Es necesario, dicen, saber ser lento, se debe saber callar.

Ricardo Piglia, Formas breves.


miércoles, 21 de marzo de 2012

Leñadores

Te encantan los leñadores vanguardistas y delgados,
bien delgados, esqueléticos;
todos tan hijos de su tiempo.

Todos tan inmersos en sus noches,
su música, sus palabritas, libros y
fotografías anaranjadas.

Ellos, cerditos que aman estar bajo tierra,
escupiendo tierra, jalando tierra, sospechando tierra,
masticando gusanos, revolviendo piedras y vuelta empezar.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Contra la muerte



Me arranco las visiones y me arranco los ojos cada día que pasa.
No quiero ver ¡no puedo! ver morir a los hombres cada día.
Prefiero ser de piedra, estar oscuro,
a soportar el asco de ablandarme por dentro y sonreír
a diestra y a siniestra con tal de prosperar en mi negocio.



No tengo otro negocio que estar aquí diciendo la verdad
en mitad de la calle y hacia todos los vientos:
la verdad de estar vivo, únicamente vivo,
con los pies en la tierra y el esqueleto libre en este mundo.


¿Qué sacamos con eso de saltar hasta el sol con nuestras máquinas
a la velocidad del pensamiento, demonios: qué sacamos
con volar más allá del infinito
si seguimos muriendo sin esperanza alguna de vivir
fuera del tiempo oscuro?



Dios no me sirve. Nadie me sirve para nada.
Pero respiro, y como, y hasta duermo
pensando que me faltan unos diez o veinte años para irme
de bruces, como todos, a dormir en dos metros de cemento, allá abajo.



No lloro, no me lloro. Todo ha de ser así como ha de ser,
pero no puedo ver cajones y cajones
pasar, pasar, pasar, pasar cada minuto
llenos de algo, rellenos de algo, no puedo ver
todavía caliente la sangre en los cajones.



Toco esta rosa, beso sus pétalos, adoro
la vida, no me canso de amar a las mujeres: me alimento
de abrir el mundo en ellas. Pero todo es inútil,
porque yo mismo soy una cabeza inútil
lista para cortar, por no entender qué es eso
de esperar otro mundo de este mundo.



Me hablan del Dios o me hablan de la Historia. Me río
de ir a buscar tan lejos la explicación del hambre
que me devora, el hambre de vivir como el sol
en la gracia del aire, eternamente.



Contra la muerte, Gonzalo Rojas.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Mal de Diógenes


Hace algunas semanas atrás descargue desde acá el último poemario de Freddy Olguín (más conocido como Gen),  llamado "Mal de Diógenes". Un poemario de poemas cortos, medianos y descaradamente precisos. Poemario, que debo decir,  tengo impreso y cubierto por una carpeta transparente encima de mi escritorio y al alance de mis manos. En algunos días más pretendo escribir un breve y honesto comentario sobre el libro en general para ser publicado en esta revista comandada por dos buenos amigos que habitan al otro lado del océano.  Mientras tanto, les dejo un par de poemas de este acopiador de palabras, pensamientos y emociones que vienen, de seguro, para quedarse.

Ojo, no olvide visitar el blog del autor acá y de escuchar su música aquí. 





SMS
He pensado toda
la noche en ti
en tus ojos incoloros
y tu pelo azul
en las únicas palabras
de cariño o reproche
que se te ocurren
y que dices mirando
al piso
mientras caminamos
En los besos que no
he intentado dar
por miedo a perderte
He pensado toda la noche
en nuestros
largos abrazos de cuatro a.m.
que sirven para contener el deseo
pero no tienen ningún sentido
porque muy pronto te irás
a tu casa
a toda velocidad sin mirar
atrás
y yo estúpido como de costumbre
al día siguiente
no me acordaré de nada
escríbeme cuando llegues.


1. Parafraseos de asteroide
Toda la vida pensé que era un planeta.
Mal.
La vida es muy corta
y el mundo demasiado grande, sobra.
Sin embargo, estuve engañado creyendo
que nada es suficiente, mi recipiente
jamás estuvo lleno, pensé.
Pero no.
La autoestima demasiado alta y el ego bajo control,
siempre.
Todos los de verdad grandes
que giran a mi alrededor me miraban con sorna,
yo no me di cuenta en ningún momento.
Algunos alardeaban sus anillos,
otros sus incontables lunas,
algunos sus extraños e impenetrables climas.
Como me creía planeta yo estaba ciego,
nunca pedí ayuda.
Salí de órbita y caí en agujeros negros,
nebulosas y visité cuanto cuerpo celeste
estuvo a mi alcance.
Y nunca estuve satisfecho.
Ahora, sólo un asteroide en aprietos,
no tengo otra opción que confiar
en algún viejo almanaque
que aún recuerde mi nombre.

martes, 6 de marzo de 2012

"No Hay que silbar en la oscuridad".
Sí,

no debo llamar al perro ya desaparecido.
Debo regresar solo.

Jorge Tellier, Crónica del forastero (fragmento)

viernes, 2 de marzo de 2012

Incertidumbre, adiós.

Ligerito te reinventare en el lado sordo y opaco del sol.
Recuperare hilos de aire, saldare cuentas imaginarias con el banco,
y otros prestamos particulares.

Dejaré de ver televisión como pretexto para calmar la ansiedad,
y aunque no siempre recuerde los surcos de tus ojos,
conservare intacto el signo de tu mirada.


Adiós, hasta cuando sea necesario.