Es necesario, dicen, saber ser lento, se debe saber callar.

Ricardo Piglia, Formas breves.


martes, 22 de mayo de 2012

Proyecciones inconclusas.


Estamos boquiabiertos frente a un breve silencio que aprovechas para acercar dos de tus primeras preguntas ¿Qué se te ocurre? ¿Ya tienes algo escrito? Te respondo que no, que no se me ocurren muchas cosas y que no tengo nada escrito. Algo musitas con tus labios y luego me hablas sobre el silencio. Te escucho. Quiero escribir sobre estos momentos, no quiero complicarme mucho, te digo. Dale, me respondes. Arrancas un par de notas y las dejas reposar en el aire. Yo las miro y trato de acercarme a ellas. Algo insinuó sobre la hoja blanca, un precario gesto de mi asombro; nada muy importante. 

Te recoges y vuelves sobre las notas. Afinas tu guitarra, multiplicas el sonido. Ya es hora de partir, pienso. Noto que Simón está durmiendo sobre el toldo verde. Abro mis ojos y estas frente a mí, a tan solo unos centímetros de distancia. ¡Ya sé, inventemos un lago, su playa y un bosque! me dices. No sabes nada, pero tus pensamientos me otorgan el placer de lo ingrávido, pienso antes de contestar: Ok, inventemos nuestro propio lago con su playa y un bosque. 

viernes, 11 de mayo de 2012

El testigo


He  visto como se ha deformado con el aire y el viento
Como algunas aves se le han acercado para defecar en su espalda y picotear sus ojos
He visto como nubes ilusorias han cruzado sus portones de un salto
para dejar truenos y relámpagos en sus pulmones He visto como cae desde los años sin encontrar fondo balbuceando oraciones inconclusas en la hora de nadie Vi como perdió su gracia por la presión y como le cuesta planear cargando ese pellejo arrugado y sensible Pero algo noto en el algo que otros no verán pues solo soportan lo “bonito” No tengo claro que es pero creo que pronto estaremos conversando un café un cigarrillo o una cerveza Por ahora un punto una mancha que destiñe el cielo con su caída.

martes, 8 de mayo de 2012

Mortales enteros


Este poema ya no me causa gracia.

Mortales enteros

Somos mortales enteros,
nada nos distrae
si de costumbre se trata,
hasta que el amor llega,
se va, y uno que en esta orilla
preparando la próxima morisqueta.